Reformular la economía base de la música: un cambio necesario

En Soundlink tenemos una convicción que va más allá de lo empresarial: la música necesita, y merece, una base económica sostenible, profesional y transparente. Durante décadas, hemos sido testigos de cómo nuestro sector ha navegado entre informalidades estructurales, modelos profundamente desequilibrados y una concentración del valor que beneficia a unos pocos mientras deja en la sombra a quienes realmente construyen la cultura desde sus cimientos.

En ese camino, miles de artistas quedaron excluidos de una economía real. No hablamos solo de números, hablamos de personas con talento y dedicación que hoy siguen sin acceso a contratos legales, sin protección social, sin la mínima previsibilidad financiera que cualquier otro profesional daría por sentada.

Hoy, gestionar la música como un servicio profesional no es simplemente una opción entre tantas – es una urgencia que no podemos seguir postergando. Mientras la industria global de la música grabada celebra crecimientos del 9% y alcanza los US$ 26.200 millones según IFPI, existe una contradicción fundamental: ese valor no llega a quienes construyen la experiencia musical en lo cotidiano. A esos músicos que dan vida a bares, hoteles, restaurantes, venues y eventos privados, donde la música es esencial pero sigue siendo tratada como un complemento prescindible.

La realidad que vemos día a día nos duele y nos moviliza: artistas talentosos trabajando 15 o 20 días mensuales sin siquiera estar registrados formalmente, aceptando pagos netos sin respaldo contractual, porque el sistema simplemente no los contempla. No hay empresas que asuman su responsabilidad como empleadores formales ni estructuras que faciliten la profesionalización. En lugar de hablar de honorarios profesionales, seguimos anclados en la lógica de "lo que queda en el bolsillo", invisibilizando cargas sociales, impuestos y el verdadero valor del trabajo cultural.

Desde nuestra experiencia en Soundlink, estamos convencidos de que este paradigma no solo puede sino que debe transformarse. Cada día demostramos que es posible generar gigs B2B con bases de datos reales, estableciendo cachés justos y contextualizados para cada cliente. No buscamos inflar artificialmente los precios ni precarizar a los artistas. Nuestro compromiso es que cada contratación sea legal, transparente y profesional, donde cada parte comprenda claramente qué implica la prestación, donde los artistas tengan las herramientas para decidir con autonomía, como los verdaderos emprendedores culturales que son.

Es hora de desmontar esa falsa dicotomía entre "hacer arte" y "ganar dinero" que tanto daño nos ha hecho. Así como no todos los emprendedores aspiran a convertirse en Jeff Bezos, no todos los artistas deben cargar con la presión de ser mainstream o millonarios. Existen y deben existir modelos más habitables, donde se pueda vivir dignamente del arte sin tener que justificarlo constantemente con métricas de éxito extremo. Para construir esos caminos intermedios, necesitamos plataformas que conecten oferta y demanda profesionalmente, y empresas que comprendan el valor estratégico de la música para su identidad y su propuesta de valor.

La música trasciende los grandes festivales y eventos. Su verdadero potencial se despliega en cada espacio cotidiano: ese bar de barrio, el hotel que busca una atmósfera única, un rooftop que quiere diferenciarse, o ese evento privado que busca una experiencia memorable. En cada uno de esos espacios existe una oportunidad poderosa para comunicar, emocionar y conectar a través de la música. Y detrás de cada actuación, hay un artista que merece estructura, planificación y una economía que reconozca su valor.

Hoy somos testigos del surgimiento de una generación de artistas independientes y autogestionados que, por elección o necesidad, han aprendido a producirse, facturar, negociar y planificar sus carreras. Sin embargo, la mayoría sigue sin acceso a herramientas básicas de gestión, asesoramiento fiscal o acompañamiento administrativo. Si realmente aspiramos a fortalecer la economía creativa, debemos facilitar ese camino, no llenarlo de obstáculos innecesarios.

Las alianzas entre artistas y empresas, entre el sector cultural y el mundo corporativo, representan un puente fundamental. Estas colaboraciones no pueden seguir marcadas por la informalidad ni por la precarización. Necesitamos construir partnerships responsables, donde la cultura sea reconocida y valorada como un servicio profesional, integrándose honestamente en los valores de marca de las empresas.

Cuando la UNESCO nos recuerda que las industrias culturales y creativas generan más de 29 millones de empleos a nivel global, entendemos la magnitud de lo que está en juego. Si hablamos de "industria", debemos actuar como tal: con estructuras sólidas, reglas claras y una visión de futuro compartida. Porque en definitiva, el arte es trabajo, y si queremos que la música siga siendo esa fuerza transformadora en nuestras vidas, debemos empezar por reconocer, valorar y cuidar a quienes la hacen posible cada día.

The SoundLinker
25 de marzo de 2025

Siguiente
Siguiente

El Futuro de la Producción Musical: Entre IA, Hologramas y la Realidad Extendida